martes, 15 de junio de 2010

El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor



En la Biblia, en el libro de la Primera epístola de Juan, Capítulo 4, verso 8, nos dice lo siguiente:
"El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor".

Esta vez quiero hacer mención de las diversas formas de amar, y de las cuales hay algunas que creemos que son correctas, pero que no lo son.
Cuando estamos en los caminos de Dios podemos fijarnos que amar sobrepasa muchos límites, sobre todo aquellos que son propias de la razón. Un día conversando con un grupo de amistad de estudio, salió el tema acerca del amor de pareja, y de forma unánime todas, excepto yo, quedaron de acuerdo que amor sólo es superficial y nada tiene al respecto al corazón, para ellas la palabra amor es algo pasajero, temporal.

Según mi opinión, yo no sé si puede tomarse de una manera temporal, puesto que si pensamos ya así de que va a durar poco, entonces ¿por qué cuando amamos a alguien somos capaz de entregar todo para hacer de aquella persona feliz, teniendo en cuenta que podemos sufrir?
Nadie se dispone amar, pensando que algún día todo el amor se va a revertir. Según mi perspectiva de amor, es algo que debe dejarse fluir por los sentimientos que envuelven a una persona, cuando sobre todo se siente a gusto feliz cuando a la persona que ama se siente feliz. El amor también debe ir complementado con la confianza y la libertad, puesto que si los celos están intermediando en una relación nada bueno trae. La Palabra nos dice que Dios es celoso, y si nuestro creador y autor de la vida es así, ¿porqué nosotros no vamos ser así también?

El celo de nuestro Padre radica en que toda la Gloria es de Él, y lo que a Él le corresponde debe darse toda Autoridad sobre nuestras vidas. ahora bien, tener celos de pareja es lo más normal, yo creí que jamás iba a tenerlos, pero en realidad eso está en todas las relaciones, pero a mi parecer es bueno cuando estamos preocupados de quien amamos se sienta bien, y de quien está a nuestro lado sólo debe estar con nosotros.
Si mezclamos los celos con la desconfianza entramos en un desequilibrio para nuestra relación, tranquilidad y confianza, puesto que pondríamos en duda nuestros sentimientos y de quien dice que nos ama.

Dejando esto de lado, al juicio de cada uno, sólo quiero decirles que cuando Dios mora en nuestras vidas, el amor que vive en nosotros es distinto. Es un amor incondicional, darlo todo no importando cuanto sea, sino que nuestra garantía sólo está en poder ver la felicidad en otro y a la vez sentirnos felices nosotros también.
Y ese a mi juicio es el verdadero amor de pareja, que sólo cabe esperar en Dios, yo ya esperé en Él y soy muy feliz y vivo enamorada!


Deborah

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